jueves, 4 de marzo de 2010

Último correo

Aprende a leer.


RESPUESTA UNO:

.ɹ ı q ı ɹ ɔ s ǝ ɐ ɐ p u ǝ r d ɐ


RESPUESTA DOS:

Para seguir leyendo tus estupideces, no gracias.


RESPUESTA TRES:

Se me ocurre que sería bueno recapitular: Si bien recuerdo, fuiste tú la que me habló por primera vez. Yo no tenía interés, no quería ligar. Me metí al grupo porque tenía que hacer una tarea. Pero al parecer tú sí ibas a buscar cibernovios. (Por cierto, ¿cuántos cibernovios tienes?).

Fuiste tú, si bien recuerdo, la que insistió que nos viéramos cada martes. Luego fueron martes y jueves. Cuando menos nos dimos cuenta, nos veíamos a diario. Yo tenía que desvelarme para que la princesita pudiera conectarse a mediodía. Y si por alguna razón no lograba conectarme a tan altas horas de la madrugada, me lo recriminabas toda la semana.

Tú fuiste, si no me falla la memoria, la que me propuso el noviazgo. Y yo, aunque pensaba que era absurdo (una relación a distancia, ¿para qué?), lo hice, te dije que sí. Dejé de ir a fiestas para poder charlar contigo. Me alejé de mis amigos para poder leerte. Me deshice de una vida para abrazar la tuya. ¿Y todo para qué? Para tirarlo al vacío, a la vil cañería.

Fuiste, en fin, tú la que se puso celosa, ¡Dios mío!, ¡celosa de mi prima! En primer lugar, ¿por qué si nuestra relación es puramente virtual te puedes poner celosa de una relación de otro tipo? Y en segundo lugar, ¿qué te hizo pensar que entre mi prima y yo habría algo? ¡Es mi prima, carajo! En verdad hasta la fecha no logro comprender esos celos enfermos, por los cuales comenzó el final de nuestra historia.

A partir de esa primera escena que me hiciste, no recuerdo que me hayas vuelto a hablar como lo hacías antes. Digo, al menos por cortesía, pudiste haberme dicho que ya no querías tener nada qué ver conmigo. Luego me dijiste que no me querías lastimar. ¿Y cómo podías no lastimarme con esa actitud? Ya no chateábamos, es cierto, pero cada uno de tus correos era peor de hiriente que el chat. Me dijiste que no te entendía. Te victimizaste, como siempre. Y ahora, que he tratado por última vez de ser conciliador, me dices, simplemente, que aprenda a leer. Pues bien, tomaré tu consejo, aprenderé a leer. Tal vez, cuando sepa leer, lograré evitar el liarme con niñas inmaduras que le echan la culpa a los demás de sus propios defectos.

Y ya. Toma éstas como mis últimas palabras. No pienso escribirte más. No creo tener más tiempo. Las lecciones de lectura me mantendrán ocupado.

RESPUESTA CUATRO:

¿Qué?


RESPUESTA CINCO:

Repasé Nacho lee. Anoche, bajo las cobijas. También leí un texto en griego antiguo que fue más legible que tu penúltimo mensaje. Querido, aprende a perder. Besos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario