jueves, 4 de marzo de 2010

Antes del infarto

Gracias por todas las indicaciones relativas a mi viaje. Parece que no queda ya ningún fleco suelto. Por supuesto, sí te llevaré encantado el documento ese que me dará tu amiga. Que me llame y nos ponemos de acuerdo para que yo pueda recogerlo. Hasta pronto.


RESPUESTA UNO:

Me parece estupendo que todo ya esté listo para tu viaje a esta ciudad. Sólo tengo que hacerte un par de sugerencias para cuando tu llegada. Esta ciudad es inmensa, caótica y desordenada. No hay nada que se compare a ella en las horas de máxima ebullición. Es grande y sucia, corrupta y vertiginosa. Trata de estar alerta, pues es probable que los locales reconozcan tu acento e intenten hacerte alguna jugada. No será posible que pase a recogerte; al menos hasta en la noche, cuando haya salido del trabajo, tendrás que arreglártelas solo. No exhibas ningún tipo de pertenencia costosa en la calle, puede ser peligroso. Te sugiero que tomes un taxi, no sin antes verificar que sea de fiar, para ello baste que le preguntes si trae licencia certificada. Que no perciba en ti duda o timidez, aquí es necesario tener mostrarse firme, de lo contrario fácilmente podrá tomarte el pelo.

Si vas a comer, te recomiendo llegues a un restaurante cerca de la plaza principal, cualquiera te puede informar al respecto.

Si te parece bien, nos podemos ver ahí por la noche, cuando salga de trabajar. Llegaré al rededor de las 8.

Suerte en el viaje.



RESPUESTA DOS:

Qué bueno, muchas, muchas, muchas gracias. Realmente te lo agradezco. Ese documento tiene su historia, ¿sabes? No sé por qué no te la había contado antes. Puede ser el acta de nacimiento de mi papá. Nos costó mucho tiempo y dinero encontrarla. Estaba perdida, con eso de la guerra. Y como él nació allá… por eso mis abuelos se mudaron a este país, dejando todo atrás y con la única esperanza de rehacer su vida aquí. Mi papá sufrió mucho por no tener acta. Para el ayuntamiento, mi papá nunca existió. Por supuesto, que nunca pudo salir del país. Nunca votó ni hizo trámite alguno. Era, digamos, un fantasma. Es por eso que, cuando lo deportaron, no sólo le despojaron su hogar, a su familia, también le quitaron su identidad, o más bien hicieron evidente su falta de identidad. Solo y triste, y sin que pudiéramos hacer nada, vivió el resto de sus días en otro país, diferente e indiferente, con un idioma extraño a cuestas. Cuando crecí, y nutrida por las cartas que atesoro de mi papá en el exilio, juré en su memoria que limpiaría su nombre, que lo encontraría y lo restregaría a la gente que le destruyó la vida.

Ahora, después de diez años de búsqueda infructuosa, recibí la noticia de que la habían encontrado. Mi amiga, de la que te hablé, hizo los trámites para la búsqueda en el pueblo natal de mi papá. Todo parece indicar que ésta es el acta, su acta de nacimiento. Y aprovechando que tú estás allá, por eso te pedí que me la trajeras.

Ya le di tus datos a mi amiga. Pronto te llamará. Muchas gracias, nuevamente. Aprecio mucho tu gentileza.

RESPUESTA TRES:

Mil gracias a usted. Sepa que nos da la vida al traer consigo la licencia. Ya le comunicamos a Merychel su teléfono y en breve se pondrá en contacto. Estaremos esperándole en la cafetería convenida desde que arribe su barco. Mil gracias, señor.



RESPUESTA CUATRO:

Te escribo por dos razones. Alguien me ha dicho que es probable que tu correo permanezca abierto y, en algún sentido, eso me da la posibilidad de agradecerte aquel favor último. También me gustaría creer que tus correos empezaran a rebotar hasta que cada palabra vuelva a su emisario o rebotara como bola de ping-pong en el ciber espacio. Me gusta la idea que la muerte sea un movimiento eterno de palabras.

De resto qué le digo

¿Qué más ha pasado? Escriba, por favor. ¿Cuándo vienen? o algo así... Hoy salgo para Cuernavaca. Voy solo, nos separamos con Amanda. Ayer recibí la llamada al momento que entré. Dicen que llamar a los celulares es fácil... 5543612738. Un gran abrazo para ustedes.


RESPUESTA UNO:

El número Telcel que usted marcó no está disponible o se encuentra fuera del área de servicio.


RESPUESTA DOS:

Le estuve marcando, amigo, pero no contestó nunca. Supongo que el número está equivocado, intenté varias veces establecer la comunicación pero no fue posible. No tengo manera, por el momento, de acceder a internet; ahora escribo desde la computadora de un buen amigo.

Agradezco el interés, pero por el momento no nos será posible verlos. Será en otra ocasión.

Mi número es: 5512485933.


RESPUESTA TRES:

La verdad no ha pasado nada. No hay mucho qué contar: Que seguimos viviendo en casa de mis abuelos. Que sigo sin saber qué hacer de mi vida. Que me la paso conectado a internet todo el tiempo, sin saber cuándo es de día o de noche, mientras Rebeca se la pasa trabajando. Que hay días, semanas enteras, en que ni siquiera nos vemos. Que conozco a Rebeca cada vez más por correo que en persona.

Siento mucho lo que pasó entre Amanda y tú. Hacían bonita pareja. En las fotos de las últimas vacaciones juntos que subiste a tu página no parece que estén a punto de separarse. Me enteré por Rebeca. Por eso te hablé enseguida, pero no contestaste. Espero que me devuelvas la llamada antes de venir a Cuernavaca. Así podemos quedar para comer juntos. Espero tu respuesta.

RESPUESTA CUATRO:

Todo cayó, libros, comida, las ropas de las maletas, móviles, ordenadores… todo cuanto había en la autocaravana, lo perdimos. No teníamos con qué ni para qué ir, ni manera de informarte. Nadie salió físicamente malparado, aunque nos vimos obligados a enfilar el regreso a casa. Estaba esperando a encontrar ánimos para contarte cómo pasó, pero aún no veo el modo de explicártelo. Tanto como invertimos al cuerno. Me pregunto si debiéramos haber sido más humildes.

RESPUESTA CINCO:

Es posible que vayamos en un mes. No llamamos al celular porque no tenemos minutos y no queremos salir de casa. Cuando lleguemos, te llamaremos desde la casa de Amanda. Un gran abrazo para ti.
RESPUESTA SEIS:

Y qué le digo… esta mañana me levanté tipo nueve y media, después de haber venido anoche a una conferencia de Martha Nussbaum sobre el cosmopolitismo y los sentimientos morales (que según ella deben mover, conmover o acompañar un «patriotismo decente», vaya uno a saber lo que significa «decencia» en relación con «pureza» para quien, tomando como referencia a Martin Luther King Jr. y a Gandhi, amenazaba con cantar las canciones del movimiento feminista internacional que «todas nosotras nos sabemos», recordándome la peligrosa tangente de la onírica partidística de John Lennon que mi amigo recuerda con ironía como polo opuesto de lo que Derrida llamaría «políticas del sueño», lo que de contragolpe me hizo recordar la idea de Benjamin del político como un «profeta al revés», y preguntarme en aras a un todavía impalpable proyecto, sobre la temporalidad de esta contra-profecía, de haber salido luego de allí a tomarme un par de cervezas con Rosa (estudiante de la Nacho que está acá en filosofía, Sebastian Pereira, otro colombiano, también en filosofía, y tres alemanes) y haber planteado el dilema entre «país» (lo que encarnaría en verdad esas «narratividades» que según esta señora articulan la nación), «nación» (que siguiendo a Griffith sería aquello que no está porque está siempre por nacer: The birth of a nation, tan extraño femenino cuando lo normal sería decir «el nación» como cuando uno dice «el calzón o el canzón») y esta cosa misteriosa que nadie puede saber qué es y que se llama «estado»; y llegar luego a ver en CNN y otro noticiero local el patético espectáculo del «esta guerra no la ganaremos»; nueve y media esta mañana, como le digo, no podía otra cosa que entrar a ver como recibe, recepciona, trasmite o monta El Tiempo en eso que se llama «Colombia» la noticia; ¿qué le digo?, ¿qué le digo?, leí la editorial, pero sobretodo unos setenta u ochenta comentarios, donde una mezcla de humor y resentimiento hacía todo a la vez tan extrañamente e ingenuo y claro; cuando en el fondo estaba buscando su columna, una columna de espectador, columna o muro, en todo caso aquello que queda, que queda cuando ya no queda nada, es decir, todo el resto (como quien dice: …and the rest of the world); entonces me topé esta tarde de nuevo sin saber a dónde conducía ni conducirán estas circunnavegaciones, estos «de-nuevos» con el libro de Peggy Kamuf The division \ of literature Or the university in deconstruction, y con su capítulo tercero titulado The walls of science, muro sobre muro apilando el peso de mi maleta, que hoy cargaba ya también el segundo capítulo de Paradiso, otro muro o «paredón» que calla y/o escribe; tanto como las fotocopias de tres cuentos de Poe y «Berlín» de Blanchot, amenazando como la Torre de Pisa a no dejarse caer todavía; para mañana este seminario con (o sin) Hamacher, Mauern, pues si hay algo entre usted y yo, será eso para siempre: Mauer, siempre-de-nuevo y de una vez por todas (todos los muros el muro), ningún secreto que no esté ya pintado o tatuado a flor de pared, expuesto entre los caracteres de «nuestros» nombres con ese extrañamiento tan in-finito, grafiteando todos mis «con» usted que me acompañan. Y de resto, y de resto, qué le digo…

We can do it

Los hombres se llevan los puños al pecho y lo golpean repetidas veces o levantan los brazos haciendo un ángulo de noventa entre brazo y antebrazo mostrando tendones dilatados. Una mujer se arremanga la camisa azul y muestra su bíceps derecho sin desarrollo alguno. Seria, con el gesto de la boca contenido y con unas preciosas pestañas largas nos dice: «We can do it».

Cuando quiero sentirme posicionada, posesionada, poseída por mi propia fuerza femenina, tomándome el lugar, ¿qué gesto hago? ¿Qué gesto nos une y poderosas, nos afianza? No es el músculo, no es el grito de Tarzán…


RESPUESTA UNO:

El espectáculo se inicia cuando la hembra percibe un número suficiente de candidatos. Uno a uno saltamos sobre ella. Con rápido movimiento esquiva el ataque y despedaza al galán. Cuando está ocupada en devorarlo, se arroja un nuevo aspirante. Y así hasta el final. La unión se consuma con el último superviviente, cuando la hembra, fatigada y relativamente harta, apenas tiene fuerzas para decapitar al macho que la cabalga, obsesionado en su goce.

Juan José Arreola, “Insectiada”


RESPUESTA DOS:

Será, supongo, que lo que nos une, es sabernos poderosas, pero no utilizar ese poder. Si, algo como saberse bella y no arreglarse. Lo que nos afianza, lo que de verdad ha hecho que sigamos, es que no compartimos nada, no tenemos los mismos amigos, no frecuentamos la misma alberca, nos conocimos como suelen conocerse los amigos, por casualidad, por un asunto azaroso. Eso ha ayudado a que tengamos cosas distintas de qué hablar, ha ayudado a no aburrirnos la una de la otra. Imagínate que sería si fuéramos iguales, dónde acabaríamos.

Hace poco, mientras miraba el televisor, uno de esos días en que el insomnio se apodera de mí, vi un programa donde se anunciaba, como el arca de la alianza, un aparato que podía licuar cualquier cosa. La prueba de esto, fue que licuaron latas de aluminio. Yo, particularmente, suelo sacar el contenido de la lata antes de licuar o revolverlo. No lo sé, imagino que habrá gente a la que le guste que sus electrodomésticos puedan licuar manzanas, leche y aluminio. En fin. Te comento esto, porque la mujer que mostraba la súper licuadora tenía un abdomen de diez. Sus brazos, podían ser, perfectamente, los brazos de alguien que levanta pesas o que estiva cajas en un súper mercado. La mujer, no se veía particularmente poderosa, pero hay que ser honestas al decir que atraía a muchos hombres.

Un abrazo.


RESPUESTA TRES:

Quisiera poder responder a esa última pregunta que dejas flotando silenciosa en el aire, en mi pantalla, en mi imaginación. Pero no puedo. Soy algo extraño, un hombre que no comprende ese resquicio abismal que separa tus gestos de los míos. A veces te miro, no sin sorpresa, y lanzo también preguntas que no puedo responder. Porque sé que en el fondo hay un rasgo distinto que te completa, que hace que seas algo diferente y maravilloso, gentil pero abrumador.

Creo que no se trata de una competencia en la que debemos, para asumir nuestra condición, repetir los mismos gestos. Deberíamos, mejor, afianzar aquello que nos separa. Posiblemente así puedas lograr dar respuesta a tu pregunta. En el fondo, me imagino, el gesto de posesión, fuerte y decidido, siempre lo has tenido. Estoy seguro de haberlo visto ya en tus ojos, en algunos de tus ademanes, en la manera tuya de caminar, de sostener el cigarro, de afrontar tus cotidianas travesías. Siempre podrás llegar a ese punto en el que te conformes a partir de ti misma, de aquello que descubras dentro de ti.


RESPUESTA CUATRO:

No, ciertamente, no es el grito de Tarzán. Pero, ¿has pensado que todo tiene una relación intransferible, intransigente, intrínseca? Cada quien tiene sus encantos. Encantos que encantan al hombre y a la mujer. Son los músculos, motores de lo que en occidente llamamos deseo. El gesto, imperceptible y notorio a la vez, es aquel que une al hombre con la mujer, que los hace vivir en comunión, sin soportarse y sin poder seguir el uno sin el otro.

RESPUESTA CINCO:

Un inadvertido cruce de piernas, ese es vuestro gesto más poderoso, el gesto catalizador de la secuencia definitiva. Os sentáis cruzando las piernas, reclinándoos a menudo hacía atrás hasta descansar la espalda en algún soporte sin importar el ángulo al que os obligue, acto seguido atrapáis uno de vuestros brazos, horizontal sobre el ombligo y apuntillado por el codo de vuestro favorito, el que queda libre para subrayar según qué palabras de la disertación que os ocupe, sostener un pitillo, o juguetear durante los silencios con una sortija. Ciertamente no resulta una arenga muy contagiosa, pero vuestras grandes victorias, las más significativas, suelen ser individuales y casi siempre tienen lugar en el ámbito de lo privado. Frente al grito «testosterónico» del hombre que busca el apoyo de la masa para aterrorizar a otra masa y someter cuerpos; la mujer consigue a base de sutilezas y coqueteos conquistar espíritus y voluntades. En consecuencia, que tomaseis la iniciativa en una guerra de sexos sería nuestro fin, pues de nada sirve el músculo si quien debe alimentarlo solo aspira a convertirse en poeta.

RESPUESTA SEIS:

¿Acurrucadas en silencio? Un gesto detonante que implica el grito implosivo y la fuerza de la piedra inamovible.

Un dia de siestas

Este mail tuyo que me ha dejado pensando y soñando por días lo leí hace rato: la verdad es que no atino a contestarme nada de nada. Esta cosa rara que es el tiempo a veces me enturbia la cabeza y añade nuevos sueños a todos los que ya tengo y me lleva lejos y me trae de regreso. Supongo que esto de crecer es normal y a todos les hace bien, pero ¿a quién no llena de incertidumbre? Cargo un desosiego que sólo logro contrarrestar trabajando (¿cuántas veces no habrás leído la palabra ‘trabajo’ en mis mensajes?) y trabajo y trabajo y duermo muy poco cada noche y las semanas se me acortan y me entra la sensación de que vivo en un interminable día lleno de siestas.

No sé en qué andas ahora exactamente pero me gusta saber que estás bien con tu pila de proyectos de aquí y de allá. Y me gusta también la manera en que te expresas. Me parece estar leyendo a Quiroga cuando dices: «Estoy terminando con la forestación del campo en Luján, no creo en Dios pero últimamente estoy rezando, hacía falta un riego de asiento (así se le llama a la primera irrigación). Por suerte ahora está lloviendo, las plantas lo agradecerán». Así hablaba él y lo dejó en sus cuentos. Todavía no termino la tesis que sobre él escribo y el tiempo se me agota…, otra vez el tiempo.

Leí las enseñanzas de Don Juan cuando era muy joven para entenderlo pero eso de enfilar por los caminos que tiene el corazón es lo que busco todos los días y hasta ahora no me siento traicionado.

Responde por favor este mensaje. Escribe para romper con este día lleno de siestas del que necesito despertar.


RESPUESTA UNO:

El sueño se siente cerca. Cierra los ojos cuando la luz se vaya apagando en las noches. Antes procura que tu ventana esté cerrada, que las cortinas no permitan el paso de alguna indiscreta luz que interrumpa la muerte minúscula —tanto o más placentera que la petit— y que entre tus sábanas sólo quede un dejo de tibieza. El pantalón dejado con descuido, la blusa abotonada y uno sólo de tus calcetines a la vista, pueden ser la escenografía de un ballet donde tú no eres el cisne. El techo blanco sobre tu cara, el tímido aire que acaricia tus mejillas, el ruido de las noches de Madrid o París o Antigua son esa serenata exacta que requieren dos amantes en el furtivo beso, cuando esperan que cuando lleguen a casa y vean a sus hijos, a su pareja derruida y prueben el sabor de la comida quemada, sólo guarden entre la lengua y los dientes la miel del amor prohibido. Que cuando solos se queden mirando una película de Tom Hanks, mientras al lado los ronquidos se expanden en apocalíptico compás, esa imagen del parque los remita al puente donde se juraron amor eterno, antes que la historia comience y se renueve otra vez. Sueña, duerme, despierta y vuelve a dormir.

RESPUESTA DOS:

El tiempo es una construcción física que permite medir, solamente, la duración o separación de eventos sujetos a cambios; nosotros, para este mundo obsesionado por etiquetar y encasillar formas y elementos, sólo somos un suceso más, algo perecedero que hay que ser medido y desechado; al nacer, estamos destinados a la muerte, y hay que cargar con ese morir día con día, con esa finitud. Pero qué pasa cuando encontramos elementos que pueden nivelar la balanza, qué ocurre con nosotros cuando comprendemos que el tiempo no puede salir impune, que hay algo que lo afecta, qué ocurre. Lo que ocurre es la poesía. Esa otra posibilidad de nivelar la balanza, de demostrar que el poder del tiempo, puede ser revocado.

No te agobies por el trabajo, todos tenemos estas rachas. Mejor sal a dar una vuelta, tomáte un café, ve una película y ya con nuevos ánimos, sigue con la chamba.

RESPUESTA TRES:

¡Y tú dices que yo me expreso bien! Vaya, quisiera poder tener esa capacidad tuya para saber que al menos estás perdido, agotado, sonámbulo despierto. Yo ni siquiera tengo ese don. Hay días y días de intenso trabajo. Horas en las que hago entrar tantas cosas que no soy capaz de comprender mi rumbo. Sí, pareciera que todos estos proyectos que traigo encima son la gran cosa. Pero te confieso que muchas de las veces no puedo tomar la distancia necesaria para ver lo que estoy haciendo. Lo gracioso, o trágico, o lo que tú quieras, es que no puedo evitarlo. Siento en mí esta necesidad loca por moverme de un lado a otro, buscando maneras nuevas de probarme a mí mismo que puedo hacerlo, que siempre puedo emprender un nuevo proyecto, que tengo la fuerza y la disposición para lograrlo. Aunque hay veces que me descubro en medio de un caos que yo he invocado. He tenido la sensación clara de saber en lo que estoy metido, pero incapaz de librarme de todo, o quizás de nada.

Parece que tú y yo compartimos esa compulsión rabiosa por estirar los minutos, desbordar los horarios, agotar el tiempo. Yo, como tú, duermo poco; aunque a mí eso no me importa mucho, todas las noches me extiendo planeando proyectos y aventuras diversas.

No he leído “Las aventuras de Don Juan”; supongo que aún no es hora. Porque creo que los libros, al igual que muchas otras cosas de la vida, nos llegan cuando es momento de que lo hagan. No antes, difícilmente después. Por tu frase, sin embargo, percibo cierta afinidad con esa actitud hacia la vida que, siguiendo solamente “los caminos que tiene el corazón”, me ha llevado hasta aquí. Es complicado saber en dónde o qué estaré haciendo en algunos años, pero estoy completamente seguro que llegaré hasta ahí persiguiendo los designios de mi voluntad y deseo. Me seguiré hundiendo, feliz, en la actividad desaforada y frenética que me caracteriza, y espero que tú, amigo, puedas encontrar el sosiego en esas interminables jornadas de trabajo.

Disfrútalo todo, que eso es lo único que nos queda, el gozo de haber vivido.

Un abrazo.


RESPUESTA CUATRO:

Sé que he tardado en responder y te pido una disculpa. La infinidad de proyectos que tengo en este momento me impiden conectarme tan a menudo como me gustaría.

Me resulta fascinante y extraño saber que mi mail anterior ha causado tanta desazón en ti. Ese “interminable día de siestas” del que me hablas yo a veces lo siento. Creo que la clave es mantenerse ocupado, no dejar pensar a la mente, no estar a solas. La soledad es saludable cuando se toma con medida.

La otra noche, mientras veía caer una lluvia torrencial en Luján, me acordé de ti. Te vi sentado allí, en esa banca de escuela, esperando a tus padres mientras te mojabas. Yo te invité a pasar al salón, tú te negaste. Siempre has sido obstinado. Obstinado y soñador. Espero que lo sigas siendo, hasta el final.

Sigue buscando en los caminos que tiene el corazón. Yo, desde acá, te apoyo.

RESPUESTA CINCO:

¿Para qué responder si siempre estamos con la misma historia? Airéate, chico. Es lo que necesitas y no te lo repetiré más. Estamos donde el Chema, ya sabes, campeonato de futbolín a partir de las siete.

Último correo

Aprende a leer.


RESPUESTA UNO:

.ɹ ı q ı ɹ ɔ s ǝ ɐ ɐ p u ǝ r d ɐ


RESPUESTA DOS:

Para seguir leyendo tus estupideces, no gracias.


RESPUESTA TRES:

Se me ocurre que sería bueno recapitular: Si bien recuerdo, fuiste tú la que me habló por primera vez. Yo no tenía interés, no quería ligar. Me metí al grupo porque tenía que hacer una tarea. Pero al parecer tú sí ibas a buscar cibernovios. (Por cierto, ¿cuántos cibernovios tienes?).

Fuiste tú, si bien recuerdo, la que insistió que nos viéramos cada martes. Luego fueron martes y jueves. Cuando menos nos dimos cuenta, nos veíamos a diario. Yo tenía que desvelarme para que la princesita pudiera conectarse a mediodía. Y si por alguna razón no lograba conectarme a tan altas horas de la madrugada, me lo recriminabas toda la semana.

Tú fuiste, si no me falla la memoria, la que me propuso el noviazgo. Y yo, aunque pensaba que era absurdo (una relación a distancia, ¿para qué?), lo hice, te dije que sí. Dejé de ir a fiestas para poder charlar contigo. Me alejé de mis amigos para poder leerte. Me deshice de una vida para abrazar la tuya. ¿Y todo para qué? Para tirarlo al vacío, a la vil cañería.

Fuiste, en fin, tú la que se puso celosa, ¡Dios mío!, ¡celosa de mi prima! En primer lugar, ¿por qué si nuestra relación es puramente virtual te puedes poner celosa de una relación de otro tipo? Y en segundo lugar, ¿qué te hizo pensar que entre mi prima y yo habría algo? ¡Es mi prima, carajo! En verdad hasta la fecha no logro comprender esos celos enfermos, por los cuales comenzó el final de nuestra historia.

A partir de esa primera escena que me hiciste, no recuerdo que me hayas vuelto a hablar como lo hacías antes. Digo, al menos por cortesía, pudiste haberme dicho que ya no querías tener nada qué ver conmigo. Luego me dijiste que no me querías lastimar. ¿Y cómo podías no lastimarme con esa actitud? Ya no chateábamos, es cierto, pero cada uno de tus correos era peor de hiriente que el chat. Me dijiste que no te entendía. Te victimizaste, como siempre. Y ahora, que he tratado por última vez de ser conciliador, me dices, simplemente, que aprenda a leer. Pues bien, tomaré tu consejo, aprenderé a leer. Tal vez, cuando sepa leer, lograré evitar el liarme con niñas inmaduras que le echan la culpa a los demás de sus propios defectos.

Y ya. Toma éstas como mis últimas palabras. No pienso escribirte más. No creo tener más tiempo. Las lecciones de lectura me mantendrán ocupado.

RESPUESTA CUATRO:

¿Qué?


RESPUESTA CINCO:

Repasé Nacho lee. Anoche, bajo las cobijas. También leí un texto en griego antiguo que fue más legible que tu penúltimo mensaje. Querido, aprende a perder. Besos.

The time in now

Me he sentado a escribir este mail varias veces y me quedo sin palabras..., tengo tanto que decirte pero me quedo en la frustración y la tristeza..., a veces me queda más fácil escribir después de recibir algo pero como casi no recibo correos ya no escribo..., es un circulo vicioso, y bueno, qué mas da, así es la vida…, la vida es en el presente, pero a veces es tan difícil aceptar que el mío sea acá, tan lejos..., no sé si me entiendas..., y es que me imagino que empiezo a experimentar las primeras resacas del desarraigo, ya no pertenezco a ningún lado y me pregunto ¿qué diablos estoy haciendo?, me siento estancada, sin interés en nada, y a la vez recuerdo que estos sentimientos son bien familiares, que más que sentimientos son ideas que yo misma me invento para justificar mi sensación de vacío, la que todos tenemos adentro..., me aburre acá y me aburriría estar allá..., estoy frustrada, pero tampoco hago mucho por salir de la frustración..., el trabajo me da aliento pero a la vez me agobia, mi cabeza necesita nuevos retos..., la vida simple la complejizo y luego la simplifico otra vez..., todo esta en estado latente, y esta calma enfurecida es insoportable, y no hay más remedio que tener paciencia..., y la tengo..., tengo un nuevo trabajo pero no he podido empezar porque no me ha llegado un papel que necesito..., el trabajo me interesa aunque me angustia..., siento que he vuelto al origen y no sé cuantas veces más podré escapar, ¿será esta la última oportunidad?, no quisiera simplemente apagar el botón y encender el piloto automático para seguir la vida sin más ni más, sumida en los avatares de la existencia capitalista de trabajar, sobrevivir y entretenerse..., no creo que me haga entender, no sé..., así me siento..., desprecio la vida que me rodea pero tampoco me imagino otra, y tampoco la que me imaginara me haría feliz: son solo ideas de mi ser y no puedo vivirlas, ¿cómo aprender a estar más presente y no ponerle tanta atención a la mente como yo lo hago?, además, en días como hoy no hay nadie que venga hasta mi casa y me saque a dar un paseo..., uno no puede esperar que siempre haya alguien ahí, tan incondicional, que todos los días te invite a borondo, ¿y si ese alguien es uno mismo?, yo misma no me quiero sacar a ningún lado, en esta mega ciudad de miles de personas, de información, todo me parece tan banal y efímero que hasta mi propia existencia se me derrama por los dedos... el trabajo que conseguí es pesado, trabajaré con jóvenes sin casa y young ofenders…, será una buena experiencia aunque me asusta que me den bajones de ver tantos problemas..., sin embargo es la única oportunidad que me ha salido y una gran parte de mi ser siente motivadísima..., la otra, en cambio, quisiera regalarse a las banalidades del mundo light, del fashion, del consumo y dejar que la casa tierra se venga abajo con todos adentro..., (risas)..., creo que este último comentario ya me hace reaccionar: en realidad, todo esta bien..., no te quiero preocupar con este correo tan subjetivo..., parece un monólogo, como si escribiera en mi diario…, aunque lo cierto es que me siento poco libre, construyendo paredes que me aprisionan, y me molestan, y no sé como romperlas, y son todas mentales…, trato de derribarlas pero en segundos se reconstruyen como un virus.


RESPUESTA UNO:

Artificio

El director preparó la escena: acomodó las luces, revisó su espacio y limpió la butaquería. Entre las piernas del improvisado espacio, las cortinas servían de telón. En penumbras, una lámpara añejísima fungía como un seguidor y algunos focos simulaban los pares. Sabedor de los secretos del post drama, preparó cuidadosamente la representación para una sola persona. La llamó. Sin texto qué aprenderse, se paró en la mitad del escenario. En algunos minutos llegaría el afortunado espectador. Se subió a una silla, pasó por su cuello la cuerda y sólo, milimétricamente y sin las unidades de tiempo aristotélicas, se dejó caer.


RESPUESTA DOS:

Señorita.

He leído con atención el correo que me hace llegar y he tomado la decisión de sugerirle visite mi consultorio. Admito que hasta este momento la dinámica que llevábamos por correo electrónico ha seguido un rumbo adecuado; no obstante, considero que ya es tiempo de comenzar una nueva etapa de terapia presencial. A estas alturas, el e-mail no me parece el espacio más idóneo para abordar a cabalidad su situación.


La espero el próximo lunes a las 6:30 pm en mi consultorio, usted ya conoce bien la dirección. ¿Está usted de acuerdo?

Agradezco su atención.

Dr. Luis F. Calderón.


RESPUESTA TRES:

Mi querida amiga: Entiendo tu sufrimiento. Pero no creo que sea paralizante. Se requiere mucho talante para poder comenzar con ese trabajo del que me hablas. Los jóvenes sin casa no piden ayuda de nadie, son huraños y a veces peligrosos. Necesitarás de cuerpo y alma para poder sobrellevarlo sin que te afecte. Lo peor que a uno le puede pasar sería caer en la abulia. Sé que es difícil. Sé también que estar lejos de casa no ayuda. De alguna manera, yo también me siento así, aquí, en casa. No es la misma nostalgia la de Oliveira que la que padece Traveler. Es un mismo vacío con motivos distintos. Lo único que queda es la paciencia. No tenemos otra arma.

No dejes que te coma la ciudad, querida amiga. No dejes que te encierre en su miseria. Y cuando creas que no puedes más, escríbeme. Aquí estoy.


RESPUESTA CUATRO:

Créeme que te entiendo. Hace no mucho escribí un no sé qué titulado Ese monstruo doméstico llamado aburrimiento, donde contaba algo parecido a lo que sigue: «Era una noche tremebunda, con cada rugir del techo la ciudad, asfixiada por el agua, parpadeaba fluorescente. La potencia del diluvio hacía crepitar toda superficie metálica y yo corría; corría sin tregua huyendo de los soportales, de las paradas de bus, de todo tejadillo o paraguas. No recuerdo cuánto tiempo duró la carrera; lo que sí conservo es la imagen del instante en que quieta, empapada y exhausta, caí en la cuenta de que había olvidado la razón por la que salí de casa». Poco después me dio por chupar de la goma del gas, y ya ves que desde entonces ando mucho mejor. A todo esto, ¡ya descubrí quién eres! Eres Paqui, la prima del Pocholo, ¿cierto?


RESPUESTA CINCO:

Ese monologo tuyo es universal, es el murmullo que avanza en la cabeza cuando nos detenemos. Quizá, sí, quien lo debe llevar a pasear a uno es uno mismo, mejor con bozal y correa. Construir las paredes es tarea de la madurez, me parece. Espero que derribarlas sea labor de la vejez. Aquí, recito tus mismas palabras sin alcanzar a adivinar la siguiente. También estoy bien. Un abrazo.

Carta no enviada

Is it love? Is it you? Will anything change if I say “I loved you; I didn’t know what could change if I told you that, so I didn’t. I love you, I learned so much, it changed my vision, it changed the way I step in the world, I found my artistic edge, I found my heritage and I have no clue what to do with it. I love you and I don’t know what to do about it.” I didn’t want to make you uncomfortable. I feared if I said it all the magic would go away. But was it really about you? This declaration of love was more like a declaration of fear. Be my oracle. Tell me what to do. Tell me how to continue. You taught me to follow the path of what I love; this has meant the discovery of my deep self, my deep, joyous, misunderstood, unformed self; but to follow its (unformed) path has meant a big exhaustion, impatience many parts of my life. It is like confronting a tidal wave. I have felt stubborn so many times. I am not the same person, or am I? I don’t fit anymore, or do I? What would I do if not this? Would I leave everything? I have sought to bring it in, to open spaces for it, of what I love. It was easier to think that it was you than to…

You see how weird this is: the revision of love becomes the revision of writing which becomes the revision of life… I have a life in the underworld and I have a life on the surface. But I’m broken and I need there to be a bridge, for the rich bubbles of the underworld to have channels from which they can come out into the surface land. Can I still do that?

I was so happy to see you; I was so happy you said come, visit, step inside my house, inside my world, eat weird curly vegetables. You didn’t offer the magic mushrooms but they were everywhere in my experience of the visit. My whole visit “was” a dream.

The visit made sense in two ways at least: getting a chance to be close to the subject of love; writing, continuing to learn, learning more about the path you showed me by, what? Some authors, asking some questions, simply touching a place, standing close, recognizing what was there. It was very simple but I feel like I owe you everything for that. The women artists’ path. The difficult, rocky way. The gut path.

The visit was of my dreams. I had dreamt it. I keep dreaming about it and hoping I will find a way to understand it. I keep working, and clearing the way. I think if I am going to write I must clear the way, I must order, I must work on myself. But the voices left. And only the knot remained. And pain. What’s that telling me? I don’t know…


RESPUESTA UNO:

The tears and the roses

My darling, it has been almost ten years since the last time I saw you and I can still remember your eyes fixed on that sea. Listening to everything but what I was trying to explain. Always far, elusive. Always somewhere else.

I am sorry for canceling once again the visit. I am sorry for producing so many nightmares and so many tears. Even though, the mushroom image is not so sad. I guess I am not prepared… to be honest I am terrified. I don’t think I can put up again with another painful farewell and my own judgments. I don’t want to excuse myself anymore. I am not prepared for reality.

Your artistic vein is not the consequence of my love. Instead, I think is the reason why I chose you. You were different…unique. Since the first time I looked at you I knew, as clearly as I know that I will die, that I loved you more than anything I had ever seen or imagined on earth.

You were also the subject of my love. I miss you too, I miss to listen your voice in that chorus and to see your fingers dancing all along the piano. I do not regret anything. I was completely captivated by your innocent look, your shamelessly way to cry, your ability to be amazed, your eternal rush for growing up, your dreamy childishness and a kind of eerie vulgarity.

Lolita… Lolita…I can still feel your slimness, your tiny legs between my arms. I can smell your sweet skin and feel your small hands stroking my lined face.

You must be now twenty and that’s probably the reason why you feel so much uncertainty about life. Don’t worry my little girl, you will fit in the world and I will be always here. Always in your mind. Always in your dreams.


RESPUESTA DOS:

¿Es amor? ¿Eres tú? Cambiaría algo si yo dijera “te amé; no sabía que podría cambiar si te lo dijera, así que no lo hice. He aprendido tanto, cambió mi visión, cambió la forma en la que estoy parada en el mundo, encontré mi límite artístico, encontré mi herencia y no tengo idea qué hacer con ella. Te amo y no sé qué hacer al respecto”. No quise hacerte sentir incómodo, temía que si lo decía toda la magia se iría. ¿Pero, fue en realidad por ti? Esta declaración de amor fue más cono una declaración de miedo. Sé mi oráculo. Dime qué hacer. Dime cómo seguir. Tú me enseñaste a seguir el camino de lo que yo amo. Esto ha significado el descubrimiento de mi profundo ser, de mi profundo, alegre, incomprendido y deformado ser. Pero seguir su deformado camino ha significado un gran cansancio que impacienta muchas partes de mi vida. Es como confrontarse con la marea. Me he obstinado tantas veces. No soy la misma persona, ¿o lo soy? Ya no encajo más, ¿o lo hago? ¿Qué es lo que haría sino esto? ¿Dejaría todo? He buscado llevarlo a cabo, abrir espacios para lo que amo. Era más fácil pensar que eras tú que…

Ves qué raro es esto: la revisión del amor se vuelve la revisión de escribir, que se la vuelve la revisión de la vida. Yo tengo una vida en el inframundo y tengo una en la superficie. Pero estoy quebrada y necesito un puente para que las ricas burbujas del inframundo tengan canales por los cuales puedan salir hasta la tierra de la superficie. ¿Puedo hacer eso todavía?

Estaba tan feliz de verte, estaba tan feliz que dijeras que venías, visitabas, entrabas en mi casa, en mi mundo, comiendo extraños y crespos vegetales. Tú no ofreciste los hongos mágicos pero fueron todo en la experiencia de mi visita. Toda mi visita “fue” un sueño.

La visita tuvo sentido en por lo menos dos maneras: teniendo la oportunidad de estar cerca del tema del amor, escribiendo, seguir aprendiendo, aprendiendo más sobre el camino que tú me enseñaste, ¿qué? Algunos autores, preguntando algunas cosas, sólo tocando el lugar, parándose cera, reconociendo lo que estaba ahí. Fue muy fácil pero me siento como si te debiera todo por eso. El camino de la mujer artista. La dificultad, camino pedregoso. El camino de la víscera.

La visita fue la de mis sueños. La había soñado. Yo sigo soñando sobre ella y esperando encontrar un camino para entenderla. Sigo trabajando y limpiando el camino. Creo que si voy a escribir, debo limpiar el camino. Debo ordenar, trabajar en mí misma. Pero las voces se fueron y sólo el nudo se mantuvo. Y el dolor. ¿Qué es lo que está diciendo? No lo sé…


RESPUESTA TRES:

Siempre dejo todo para el final. Pienso que es porque me gusta sentir la presión, la molestia de saberme perezoso y, no obstante, salirme siempre con la mía. Pero la verdad es que ya las fuerzas y el ingenio no son los mismos de antes. Cada vez me veo en más aprietos para librarme de los problemas que mi desidia convoca. Hoy, por ejemplo, he intentado escribir un monólogo, un ensayo y un par de ficciones breves. Pero no he podido concretar nada. Sólo balbuceos torpes, repeticiones vergonzosas de lugares comunes, en fin, pura basura. Me pregunto si no es tiempo de renunciar también a esto. Toda mi vida he renunciado a casi todo: escuela, familia, trabajo, religión, amor, y he renunciado también a la creencia en mí mismo. Sólo me queda la escritura. Sólo eso, y ahora, me acobardo al intentar, de nuevo, sobresalir. Tal vez ya ha pasado mi tiempo. Soy un pusilánime que juega a sentirse algo que no es. Lo más curioso es que muchos creen la mentira que soy, la imagen que doy a los otros. Ya ni siquiera escribo, ni pienso tampoco en lo que habré de escribir. Es miedo, lo sé, lo tengo muy en claro.

No puedo hacer otra más que confesarte esto antes de cualquier otra cosa. Hace mucho tiempo que no escribo una carta. He perdido el gusto por la palabra lanzada al aire, al vacío, esperando una respuesta o algún tipo de reacción. Renuncié a todo ello por la simple razón de no querer arrojar nada al especio de la incertidumbre. No me gusta caminar a tientas.

Escribo poco, también, porque me canso rápido. Aún no he aprendido a escribir directo en la computadora. Antes debo hacerlo todo a mano, en la única libreta que tengo, y donde guardo las palabras que se acumulan en los días, pero sobre todo en la noche. Siempre escribo tarde en la madrugada. Será porque prefiero el silencio y la quietud para pensar mejor las palabras. Ese proceso es igualmente cansado. Es demasiado lento, demasiado engorroso todo. De tanto rumiar cada línea, hay veces, que no escribo nada y me desveló sin hacer nada, mirando por horas cómo mis dedos juegan con la pluma, que por cierto, debe de ser necesariamente de tinta color negra. No puedo escribir de otra forma. Ese detalle conspira de igual forma para complicar la tarea, pues me he encontrado desesperado por escribir y sin ninguna pluma a la mano. Es terrible la sensación. Cuando eso sucede no tengo más remedio que sentarme a mirar la televisión, molesto y constipado. Pero así soy o, en otras palabras, así me he construido. Un personaje incapaz de superar los límites que su papel le impone. A veces pienso en todas las incongruencias a las que nos sometemos diariamente y que no somos capaces de transmitir a nuestras creaciones. De lo contrario, tendría entonces que dejar las palabras inconclusas, las oraciones sin sentido, los acentos desaparecidos y las comas atropelladas pues así es mi vida, así es como respiro. Mi vida es como una sentencia con mala ortografía y pésima sintaxis. La escritura no me salva sino que me condena. Por eso tampoco escribo mucho, no intento hacerlo. Temo reafirmar mi pena, la necesaria evidencia de mi incompletad. Pero ahora, aunque sea brevemente, te dedico estas líneas. No es mucho, lo sé. Pero al menos es todo lo que por ahora puedo darte. No te prometo nada más que mi locura. Quizás no sea nada para ti, pero te digo honestamente que para mi lo es todo. Quisiera que estas palabras realmente sirvieran de algo, porque siempre he tenido la sospecha de que no es así, y no obstante, pongo toda mi esperanza en ellas. Sin esperar mucho, sólo puedo dejarlas tendidas aquí, tal vez alguien, si no es que tú, las recogerá para tirarlas con premura a la basura.

Abrazos.

P.D.: Tu carta me ha conmovido mucho. ¿Qué te parece si juntos acompañamos nuestro mutuo desconcierto ante las cosas? Aquí te dejo un primer trozo.


RESPUESTA CUATRO:

You left your dreams in my place. They are noisy. I can’t stand them anymore. They miss you. Please come back.


RESPUESTA CINCO:

It is so sad. I am so sorry but…, we spent our time.