jueves, 4 de marzo de 2010

The time in now

Me he sentado a escribir este mail varias veces y me quedo sin palabras..., tengo tanto que decirte pero me quedo en la frustración y la tristeza..., a veces me queda más fácil escribir después de recibir algo pero como casi no recibo correos ya no escribo..., es un circulo vicioso, y bueno, qué mas da, así es la vida…, la vida es en el presente, pero a veces es tan difícil aceptar que el mío sea acá, tan lejos..., no sé si me entiendas..., y es que me imagino que empiezo a experimentar las primeras resacas del desarraigo, ya no pertenezco a ningún lado y me pregunto ¿qué diablos estoy haciendo?, me siento estancada, sin interés en nada, y a la vez recuerdo que estos sentimientos son bien familiares, que más que sentimientos son ideas que yo misma me invento para justificar mi sensación de vacío, la que todos tenemos adentro..., me aburre acá y me aburriría estar allá..., estoy frustrada, pero tampoco hago mucho por salir de la frustración..., el trabajo me da aliento pero a la vez me agobia, mi cabeza necesita nuevos retos..., la vida simple la complejizo y luego la simplifico otra vez..., todo esta en estado latente, y esta calma enfurecida es insoportable, y no hay más remedio que tener paciencia..., y la tengo..., tengo un nuevo trabajo pero no he podido empezar porque no me ha llegado un papel que necesito..., el trabajo me interesa aunque me angustia..., siento que he vuelto al origen y no sé cuantas veces más podré escapar, ¿será esta la última oportunidad?, no quisiera simplemente apagar el botón y encender el piloto automático para seguir la vida sin más ni más, sumida en los avatares de la existencia capitalista de trabajar, sobrevivir y entretenerse..., no creo que me haga entender, no sé..., así me siento..., desprecio la vida que me rodea pero tampoco me imagino otra, y tampoco la que me imaginara me haría feliz: son solo ideas de mi ser y no puedo vivirlas, ¿cómo aprender a estar más presente y no ponerle tanta atención a la mente como yo lo hago?, además, en días como hoy no hay nadie que venga hasta mi casa y me saque a dar un paseo..., uno no puede esperar que siempre haya alguien ahí, tan incondicional, que todos los días te invite a borondo, ¿y si ese alguien es uno mismo?, yo misma no me quiero sacar a ningún lado, en esta mega ciudad de miles de personas, de información, todo me parece tan banal y efímero que hasta mi propia existencia se me derrama por los dedos... el trabajo que conseguí es pesado, trabajaré con jóvenes sin casa y young ofenders…, será una buena experiencia aunque me asusta que me den bajones de ver tantos problemas..., sin embargo es la única oportunidad que me ha salido y una gran parte de mi ser siente motivadísima..., la otra, en cambio, quisiera regalarse a las banalidades del mundo light, del fashion, del consumo y dejar que la casa tierra se venga abajo con todos adentro..., (risas)..., creo que este último comentario ya me hace reaccionar: en realidad, todo esta bien..., no te quiero preocupar con este correo tan subjetivo..., parece un monólogo, como si escribiera en mi diario…, aunque lo cierto es que me siento poco libre, construyendo paredes que me aprisionan, y me molestan, y no sé como romperlas, y son todas mentales…, trato de derribarlas pero en segundos se reconstruyen como un virus.


RESPUESTA UNO:

Artificio

El director preparó la escena: acomodó las luces, revisó su espacio y limpió la butaquería. Entre las piernas del improvisado espacio, las cortinas servían de telón. En penumbras, una lámpara añejísima fungía como un seguidor y algunos focos simulaban los pares. Sabedor de los secretos del post drama, preparó cuidadosamente la representación para una sola persona. La llamó. Sin texto qué aprenderse, se paró en la mitad del escenario. En algunos minutos llegaría el afortunado espectador. Se subió a una silla, pasó por su cuello la cuerda y sólo, milimétricamente y sin las unidades de tiempo aristotélicas, se dejó caer.


RESPUESTA DOS:

Señorita.

He leído con atención el correo que me hace llegar y he tomado la decisión de sugerirle visite mi consultorio. Admito que hasta este momento la dinámica que llevábamos por correo electrónico ha seguido un rumbo adecuado; no obstante, considero que ya es tiempo de comenzar una nueva etapa de terapia presencial. A estas alturas, el e-mail no me parece el espacio más idóneo para abordar a cabalidad su situación.


La espero el próximo lunes a las 6:30 pm en mi consultorio, usted ya conoce bien la dirección. ¿Está usted de acuerdo?

Agradezco su atención.

Dr. Luis F. Calderón.


RESPUESTA TRES:

Mi querida amiga: Entiendo tu sufrimiento. Pero no creo que sea paralizante. Se requiere mucho talante para poder comenzar con ese trabajo del que me hablas. Los jóvenes sin casa no piden ayuda de nadie, son huraños y a veces peligrosos. Necesitarás de cuerpo y alma para poder sobrellevarlo sin que te afecte. Lo peor que a uno le puede pasar sería caer en la abulia. Sé que es difícil. Sé también que estar lejos de casa no ayuda. De alguna manera, yo también me siento así, aquí, en casa. No es la misma nostalgia la de Oliveira que la que padece Traveler. Es un mismo vacío con motivos distintos. Lo único que queda es la paciencia. No tenemos otra arma.

No dejes que te coma la ciudad, querida amiga. No dejes que te encierre en su miseria. Y cuando creas que no puedes más, escríbeme. Aquí estoy.


RESPUESTA CUATRO:

Créeme que te entiendo. Hace no mucho escribí un no sé qué titulado Ese monstruo doméstico llamado aburrimiento, donde contaba algo parecido a lo que sigue: «Era una noche tremebunda, con cada rugir del techo la ciudad, asfixiada por el agua, parpadeaba fluorescente. La potencia del diluvio hacía crepitar toda superficie metálica y yo corría; corría sin tregua huyendo de los soportales, de las paradas de bus, de todo tejadillo o paraguas. No recuerdo cuánto tiempo duró la carrera; lo que sí conservo es la imagen del instante en que quieta, empapada y exhausta, caí en la cuenta de que había olvidado la razón por la que salí de casa». Poco después me dio por chupar de la goma del gas, y ya ves que desde entonces ando mucho mejor. A todo esto, ¡ya descubrí quién eres! Eres Paqui, la prima del Pocholo, ¿cierto?


RESPUESTA CINCO:

Ese monologo tuyo es universal, es el murmullo que avanza en la cabeza cuando nos detenemos. Quizá, sí, quien lo debe llevar a pasear a uno es uno mismo, mejor con bozal y correa. Construir las paredes es tarea de la madurez, me parece. Espero que derribarlas sea labor de la vejez. Aquí, recito tus mismas palabras sin alcanzar a adivinar la siguiente. También estoy bien. Un abrazo.

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